martes, 25 de enero de 2011

Naipes.



Escuchó su nombre y se giró. Allí estaba, postrada delante de él, temblando como  un flan y con más dudas acumuladas que vísperas de Nocheviejas escribiendo propósitos (de espera).  Entre titubeos aceptó jugar una más, “todo o nada”, susurró. Incapaz de percibir los instantes decisivos, no había cambiado nada, todo igual.  Jugaban a  transformar leves sonrisas eclipsadas por lapsus de tiempo, aferrándose a cualquier clavo ardiendo que pudiera penetrar algo de calor en sus frescos y, a la vez, consumidos cuerpos. Arrebatos delirantes, como el que tiene hambre y sed de justicia y no doblega su espada, desconcertante.  Complicada ella, atrevido él. Seguidamente, encendió un pitillo con la lascivia que la caracterizaba, se quitó el guante derecho y recogió las cartas.
***
-       -    Podría aventurar un magnífico final, pero es de madrugada y hace frío. Mejor descansar.   


lunes, 17 de enero de 2011

Eu quero casar com você


Cansado de tantas trincheras,
cultivaba artrosis en el alma
y aún no se resignaba a anclar
sus raíces en ninguna cama.

Contaba historias de sueños imposibles
apoyado en la barra de aquel bar,
un puñado de cartas no escritas,
versos inacabados, sin final.

Perdone, sin hacer ruido,
de forma franca y natural,
quisiera colarme en su vida,
déjeme entrar…

*** 
- Fotografía: Robert Frank. 
- http://www.youtube.com/watch?v=u80ocuvZxmY

jueves, 13 de enero de 2011

Nocturnidad y alevosía




El reloj de tu móvil marca las cuatro y treinta y nueve de la madrugada. Previamente, una gota de sudor a modo de premonición resbala por tu frente desvelándote en esta nocturnidad sosegada.  Como animal en celo que no deja de aparearse, inicias una descarrilada y automática escritura al tiempo que maldices a la telefonista que te convenció de las ventajas de pasarte al mundo táctil. No sabes muy bien que buscas al hacerlo, si es una especie de terapia para evitar toparte con tus desequilibrados pensamientos postrados ante un espejo, o más bien se trata de una provocación a cuanto tío pasó por tu estrecha cama. No paras de defraudarte a ti misma, poniéndote tiritas sin echar agua oxigenada. “Te lo dije”, de ir enseñando tus encantos, te acabarías resfriando. Aún así, permaneces reacia a aceptar el final del cuento. Caperucita, cuando conquistes al lobo, me avisas.

***
 - Tengo una 9mm entre las manos. Cuando piense el final del cuento, la disparo.

lunes, 10 de enero de 2011

?



Una sombra desfigurada y apáticamente triste
va hundiéndose en esta jungla de cristal.
A lo lejos, una boca sangra los resquicios
de un corazón en pleno proceso de putrefacción.

Los atardeceres más absurdos y excitados
se congelaron con este puto frío que anega mis venas,
habiéndolo dado todo, sin haber esperado nada.

Y precisamente esa ausencia de todo es lo que permanece,
igualmente, un maldito y detestable dolor en mis senos
en forma de necias interrogativas sedientas de ser respondidas.

Supongo que se me hincharían los cojones si fuera tío,
pero de una señorita la gente diría
que tiene uno de esos días de cambio.  

Maldita la hora, pero a veces me da por pensar,
y lo último que me apetece es verme de nuevo
sola y despeñada entre los insensibles y subterráneos
raíles de una ciudad que ni siquiera es la mía.

Simplemente, sin tapujos y sin engaños,
 (y si quieres) asegúrame que dejará de llover,
quiero ver Sevilla en primavera.
***

El delirio y la pasión agotan demasiado. Tengo sed y dudas.
También algún as escondido esperando la jugada perfecta.