viernes, 9 de septiembre de 2011

Yuxtaposición (y que Dios nos pille confesados…)



¿Qué demonios estoy haciendo aquí? Soy una rareza. Veo escarabajos negros por toda la habitación. De pronto, tu brisa, haciendo hincapié en la levedad del peso de todas las cosas de una manera sencilla, casi insultante.  A mis veintidós años creía tener la lección aprendida, el alma nace emancipada del cuerpo, pero me persigue la absurda manía de verme reflejada en cualquier espejo. Es como si mi yo interior quisiese elevarse, admirar el cuerpo, buscar un ápice que me haga diferente a los demás cuerpos.  El cuerpo se deja enredar por el alma, o quizás sea al revés, para terminar haciendo escala en tu cama.  
“Tomás se decía: hacer el amor con una mujer y dormir con una mujer son dos pasiones no sólo distintas sino casi contradictorias. El amor no se manifiesta en el deseo de acostarse con alguien (este deseo se produce en relación con una cantidad innumerable de mujeres), sino en el deseo de dormir junto a alguien (este deseo se produce en relación con una única mujer).” (La insoportable levedad del ser. Milan Kundera).