miércoles, 28 de marzo de 2012

Exilio.



Miedo a romper este cuento sin variantes, a encontrarte por los bares y no tener valor de acercarme a molestar. Miedo, miedo a convertirme en un ser despreciable, a la oscuridad, a la verdad. Fuego y ceniza, la realidad por la que voy andando. Me frustra quedarme sentada, o caminar sin más. La cama que tararea una y otra vez la misma canción, que silba la ausencia.  Volver a hacer y deshacer maletas, saber dónde vas, sentir lo que dejas. Invierno cálido, primavera helada. 

jueves, 22 de marzo de 2012

La notte.



Creo que podrían retorcerme las entrañas y no acabar enamorada. El gusto de la cerveza en mi paladar está siendo más placentero, o al menos, desfigura las taras y monstruos que aparecen cuando te echo de menos. Me arrojaría a los brazos de cualquier bicho viviente que supiera susurrarme al oído algo que no haya escuchado ya, alguien con el que los catorce de febrero fueran un exilio en el que refugiarme cuando a mí me diera la gana, y no acabar calada y sin paraguas en mitad de tu nada. Pero soy extraña, rara. Por la noche  me suenan las tripas, y suelo soñar con jardines en las arenas del desierto. 

lunes, 12 de marzo de 2012



Un blues cosido  para mí, hecho de retales encontrados en los callejones que suelo frecuentar a altas horas de la madrugada, cuando trazo líneas oblicuas que me despistan antes de tropezar con los fríos muelles de mi cama. De repente, las puntadas del sol en el entresijo de mi ventana, poco antes de santiguarme y evitar el “haz conmigo lo que quieras”.  Lo cierto es que, con el paso de los días, me está saliendo un vestido al más estilo “Desigual”. 
                                                               ***

domingo, 4 de marzo de 2012


La ciudad es mía, o esas son las pretensiones. Tirar de la cisterna tras haber arrojado dos cajas de ibuprofeno y otras tantas de ansiolíticos por el retrete. El remolino que golpea cada kilómetro a la espalda, todas las almohadas  marcadas con restos de rímel y pintalabios, las mañanas de resaca, el puñado de noches escuchando rock mal sintonizado, el mejor antídoto, la antibiblia para la rutina del asfalto. Heroína a descaro bajo la luna. Los mensajes a deshoras que escupen las verdades que el sol sonroja. Desinhibirme, ser yo misma con quien sea, con quien quiera. Recordar mi puño estrellado contra la pared, escupir, reírme de mi misma, de ti, de la crisis, de las colas del INEM,  de todos y de todo. Empezar después de un punto final.