Nada tan gratificante y confortante como mirar atrás, colocar la última pieza del puzzle y dotar de sentido lo que parecía la máxima representación abstracta de un rompecabezas. Cabalgar por las distintas estaciones de metro donde tanto resonaron tacones, sonreír al recordar pequeñas libretas y bolígrafos de propaganda, coches, kilómetros a la espalda, micrófonos, preguntas, luces, cámaras, miedo escénico, sonrisa, cinco segundos… una vida.
Recorrer kilómetros es lo más gratificante que existe,respira hondo, mucha suerte, un abrazo.
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