miércoles, 8 de septiembre de 2010

Respirando


   A veces me pasa que ando perdida buscando soluciones a todos mis días. Esta absurda manía, añadida a lo mal que siempre se me dio lo de contar ovejitas,  hace que siga huyendo de la cotidianidad y me ponga a reflexionar.

   Me gustaban  las tardes de domingo con sabor a chocolate blanco, enroscar  la cinta  del casete, poner la cara A y olvidarme de la B.  Me gustaban las pesetas,  mi verdinegra y arcaica bicicleta. Me gustaba el “Yo, de mayor…”,  los “PA” con positivo, los días de campo, las cabañas de madera...

    Me gusta la honestidad, caminar por calles sin rumbo ni identidad. Me gusta fijarme en los pequeños detalles, los amaneceres por sorpresa en soportales. Me gusta la buena compañía, el momento en el que el silencio se torna cómodo. Me gusta la Gente sin miedo a tropezar,  las tardes y reflexiones de café, una buena peli, la amistad y los tentempiés.

   Me gustaría tener siempre algo que admirar, seguir entregándome en cuerpo y alma en la ardua tarea de respirar. 

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