sábado, 16 de abril de 2011

Matices.


Me saldré un poco, bastante, de la línea a la que estaba acostumbrada a escribir. Quiero hablar, expresar mi opinión de la forma más neutral y sencilla. Aunque, sí, soy la primera en saber que el ser humano camina de la mano de la subjetividad. Todos interactuamos con alguna intención, negociamos, avanzamos buscando bienestar y calidad de vida.  El problema surge cuando partimos como base desde el desconocimiento, la causa (a mi parecer), de la mayoría de los conflictos actuales.
Estos días he estado observando cómo un colectivo de jóvenes a nivel nacional, en el que me incluyo, ha ido expresando sus opiniones, más o menos certeras y sensatas, ante uno de los acontecimientos más importantes de este país, la proclamación de la II República española.
Las redes sociales se convirtieron en las gradas del Senado. Poco o nada se diferenciaban los comentarios que muchos jóvenes firmaban, de las numerosas sandeces a las que, últimamente, nos tienen acostumbrados la clase política española, sin distinción partidaria.
Un auténtico muestrario de “Viva España, le pese a quien le pese” frente a “Viva la República. Abajo la monarquía”. Todo ello acompañado, no podía ser de otra manera, de la abrumadora emersión de banderas que demuestran una vez más la división a la hora de posicionarnos.
¿Mi posición? Hace cosa de un mes subía a una de las redes sociales donde participo activamente una imagen. Varios rostros de mujeres ancianas mostraban las huellas del saber, propias de aquellas personas que han vivido mucho, todo ello acompañado por un fondo tricolor: rojo, amarillo y morado.  Esta imagen acompañaba a un artículo escrito por Raquel Quílez, periodista del diario El Mundo.
Si hubiera partido desde ese desconocimiento  que hoy critico y no hubiera leído el artículo, me hubiera quedado asombrada. “¿Qué hace la bandera republicana en El Mundo?” (Seguro que más de uno lo pensó). No estaba ante una bandera anticonstitucional. Estaba ante una reivindicación de la memoria, la  de varias mujeres que defendían un ideal que hace ochenta años nos hacía libres, una República que promulgó una Constitución consensuada, que promulgó un estado laico, entre otras grandes reformas, una República con una bandera cuyo color morado se tiznó a rojo con la sangre de nuestros antepasados y a través de un golpe de Estado que condujo a la mayoría de los españoles a un largo período de represión y miserias. 
Cualquier tiempo pasado no fue mejor, pero sí que quería rememorar, al igual que  la periodista del artículo “Memoria histórica en femenino”, este hecho, ya que me avergüenza hasta qué punto somos desconocedores de nuestro pasado más próximo.
Defiendo la libertad de expresión, es el ejercicio que estoy haciendo. Pero reconozco lo peligrosa y arriesgada que puede llegar a resultar en manos de cualquier “erudito”, pues escupirá sus ideales sin posibilidad de consenso y pisoteará los demás discursos.
No, la realidad no es de un color u otro. Los matices son los que nos hace grandes, a nosotros como personas, y a la complejidad del mundo en el que vivimos como nuestro hogar.  Tenemos un legado, el de seguir mezclando colores en la paleta. 

***
· Todo el mundo que quiera puede comentar esta publicación, este blog es público. 
Desde el respeto, estaría encantada de conocer otras opiniones.
· Dejo el enlace del artículo al que me refería: 
http://www.elmundo.es/elmundo/2011/02/23/ocio/1298477869.html?a=0699c70a0f8906bb572d85f0e8615b5c&t=1298553085&numero

No hay comentarios:

Publicar un comentario