miércoles, 27 de abril de 2011

 Prometí una y otra vez no volver a los despojos de esta ciudad,
pero las superficies de tus órganos recuerdan que la soledad
es un tiempo hermético donde no me pienso instalar.
Querida, deseada, propiciada, inculcada a traición,
en mi interior, abrazándome, penetrándome,
con una respiración entrecortada,
como sangre que se derrama,
la soledad a la que estafamos,
a la que aburrimos tremendamente
con la densidad de nuestra literatura,
la misma que se siente sucia y reprimida
cuando le arrebatamos las bragas.

1 comentario:

  1. Llega con mucha fuerza tu texto, precioso blog, un placer conocerte y leerte.
    Un abrazo

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